No son un instrumento obligatorio en todas las ceremonias. No es necesario utilizarlos, por ejemplo, al realizar oraciones solo; Su uso varía según la ubicación y la hora. Pero cumplen la importante función de mantener el ritmo de las oraciones y permiten, independientemente del número de participantes, que el servicio se realice al unísono.
Aquellos que ilusoriamente buscan la meditación silenciosa pueden tener miedo al principio. El sonido de la ciudad nos obliga a buscar el silencio y la tranquilidad de forma espiritual, más que ambiental. Pero una vez que nos acostumbramos al ritmo de los golpes, ya no lo sentimos como ruido, sino como un conductor de sonido, sin el cual fácilmente perderíamos la concentración.
Nuestros clavas anulan todo tipo de contaminación acústica que pueda distraernos, lanzándonos, a través del sonido y el ritmo, al mundo Dhármico del Buda. Así, podemos decir que la meditación activa del Budismo Primordial abarca los tres aspectos más importantes de una práctica: físico, oral y mental.
Otro aspecto importante del uso de clavas es que no permite al creyente realizar su práctica de forma meramente introspectiva, haciendo que se fortalezca y transmita energía vibrante, auditiva y visible a cualquier persona.
Las claves, la campana, el xilófono y el tambor constituyen el cuarteto de instrumentos sonoros utilizados en un culto budista primordial, según el entorno y el momento.
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