En 1264, orando por la recuperación de la salud de su madre gravemente enferma, recibió la bendición con cuatro años más de supervivencia.
En la carta dirigida a la fiel Kuboama, de Suruga, quien dedica oraciones póstumas a su esposo y ferviente creyente, elogia a su hija y le enseña la importancia del amor filial.
El Gran Maestro tenía un profundo amor filial, como se afirma en varias referencias a sus padres en sus Escrituras. Desde lo alto del monte Minobu contempló el cielo lejano de Boushuu, al sur de la península de Bousou, y recordó a sus padres fallecidos. Cuando le ofrecieron algas, él las miró y recordó su tierra natal, recordándole a sus padres, derramando lagrimas por ellos. Y nos enseña que la mejor forma de demostrar el amor filial es la dedicación a la práctica del Odaimoku.
Revista Lotus n° 127 historia ilustrada del Gran Maestro Nichiren Daibossatsu
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