lunes, 8 de abril de 2024

Enseñanzas- Mucho cuidado con el viento

Esta es una adaptación del cuento publicado en “The Cape Times”, el 14 de junio de 1982, Ciudad del Cabo, Sudáfrica, escrito por el Dr. Christian Barnard, el médico que realizó el primer trasplante de corazón en 1967, en un hospital de Ciudad del Cabo. Él dijo:

Un viejo leñador me explicó una vez cómo talar un árbol. “Necesitamos planificar dónde caerá, saber dónde empezaremos a recortar. Caerá hacia el lado que tenga menos apoyo”. Él dijo. Estaba un poco preocupado por eso, porque si fallaba, por un lado destruiría una cabaña y por el otro lado destruiría un garaje. Hice una línea en el suelo para asegurarme de que la planificación fuera correcta. Analizando el gran árbol, el viejo leñador empezó a cortar y no había sierras eléctricas ni nada por el estilo. Todo el trabajo era manual, pero cada golpe de hacha llevaba toda su habilidad y vigor. Finalmente el árbol cayó al suelo, exactamente donde habíamos planeado, sin que ninguna rama tocara siquiera los edificios cercanos. Me quedé asombrado ante tal precisión, felicité al hábil leñador, pero él no se mostró entusiasmado con mis elogios.

A última hora de la tarde, el gran árbol ya había sido dividido en pequeños troncos para convertirlo en leña. Le dije al leñador que nunca olvidaría su lección sobre cortar árboles y su habilidad, entonces se puso el hacha en el hombro y dijo: “Tuvimos suerte, porque no había viento. Tenemos que tener mucho cuidado con el viento”.

Sólo años después, cuando me entregaron el informe post mortem de un paciente con trasplante de corazón, pude entender las palabras del leñador.

La cirugía fue un éxito, todo salió según lo planeado, quedamos satisfechos, pero de repente el paciente empezó a empeorar y murió. Según el informe, una infección originada por una pequeña herida en la pierna fue la responsable del colapso total de los pulmones. Inmediatamente me vinieron a la mente las palabras del viejo leñador. Una cosa, un pequeño detalle, arruinó todo lo que habíamos planeado.

"Hay que tener mucho cuidado con el viento".

El viejo y su hacha me dejaron una gran lección. Cuando todos se sienten satisfechos consigo mismos, cuando todos están relajados con su trabajo, cuando todo va bien, me miro al espejo y me digo: Esta vez tuvimos suerte, no hubo viento.

En el budismo aprendemos que cada detalle, por pequeño que sea, tiene su importancia. La armonía de los detalles hace que todo luzca bien, pero un punto de falta de armonía puede arruinarlo todo. La falta de armonía de nuestra mente, la falta de armonía de nuestro corazón y la falta de armonía que viene del exterior, todos estos son vientos que pueden destruir algo bueno.

Nuestro cuidado y pulido debe ser constante, no podemos relajarnos ni descuidarnos. Para que ningún viento pueda arruinar nuestros planes, necesitamos tener virtud. Para que no se pase por alto ningún detalle es necesario tener sabiduría. Tanto la virtud como la sabiduría las obtenemos de la propia iluminación del Buda, encarnada en el Mantra Sagrado NAMUMYOHORENGUEKYO. Cantar esta oración es tener cuidado con el viento, el viento de la mente, el viento del corazón o el viento que viene de afuera.

Las enseñanzas nos protegen contra los vientos y la meditación activa (recitación de  NAMUMYOHORENGUEKYO) calma los vientos. Ser sabio es saber que la buena suerte, el hecho de que no haya viento, es en realidad nuestro constante pulido, cuidado y humildad.

“No hay hombre sabio que se crea inteligente. siempre piensa que es un tonto. En el camino de cualquier arte, si crees que ya eres bueno, dejas de progresar. El verdadero entrenamiento continúa hasta el último momento de la vida”.

(Nyoshikan sanishou – Nissen Shounin)


 Fuente: adaptado de Revista |Lotus no35, págs. 23-2

Honmon Butsuryu Shu

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